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EXISTENCIALISMO. CAMUS. EL EXTRANJERO
Capítulo V
Poco después el patrón me hizo llamar, y en el primer momento me sentí molesto porque pensé que iba a decirme que telefoneara menos y trabajara más. Pero no era nada de eso. Me declaró que iba a hablarme de un proyecto todavía muy vago. Quería solamente tener mi opinión sobre el asunto. Tenía la intención de instalar una oficina en París que trataría directamente en esa plaza sus asuntos con las grandes compañías, y quería saber si estaría dispuesto a ir. Ello me permitiría vivir en París y también viajar una parte del año. «Usted es joven y me parece que es una vida que debe de gustarle.» Dije que sí, pero que en el fondo me era indiferente. Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo caso todas valían igual y que la mía aquí no me disgustaba en absoluto. Se mostró descontento, me dijo que siempre respondía con evasivas, que no tenía ambición y que eso era desastroso en los negocios.
Volví a mi trabajo. Hubiera preferido no desagradarle, pero no veía razón para cambiar de vida. Pensándolo bien, no me sentía desgraciado. Cuando era estudiante había tenido muchas ambiciones de ese género. Pero cuando debí abandonar los estudios comprendí muy rápidamente que no tenían importancia real.
María vino a buscarme por la tarde y me preguntó si quería casarme con ella. Dije que me era indiferente y que podríamos hacerlo si lo quería. Entonces quiso saber si la amaba. Contesté como ya lo había hecho otra vez: que no significaba nada, pero que sin duda no la amaba. «¿Por qué, entonces, casarte conmigo?», dijo. Le expliqué que no tenía ninguna importancia y que si lo deseaba podíamos casarnos. Por otra parte era ella quien lo pedía y yo me contentaba con decir que sí. Observó entonces que el matrimonio era una cosa grave. Respondí: «No.» Calló un momento y me miró en silencio. Luego volvió a hablar. Quería saber simplemente si habría aceptado la misma proposición hecha por otra mujer a la que estuviera ligado de la misma manera.
Dije: «Naturalmente.» Se preguntó entonces a sí misma si me quería, y yo, yo no podía saber nada sobre este punto. Tras otro momento de silencio murmuró que yo era extraño, que sin duda me amaba por eso mismo, pero que quizá un día le repugnaría por las mismas razones. Como callara sin tener nada que agregar, me tomó sonriente del brazo y declaró que quería casarse conmigo.
Respondí que lo haríamos cuando quisiera. Le hablé entonces de la proposición del patrón, y María me dijo que le gustaría conocer París. Le dije que había vivido allí en otro tiempo y me preguntó cómo era. Le dije: «Es sucio. Hay palomas y patios oscuros. La gente tiene la piel blanca.»
- Analizamos la voz narrativa (punto de vista, posición narrativa…)
- El pesimismo ante la vida y la conciencia de lo absurdo definen el pensamiento existencialista. ¿Qué pasajes de este fragmento te parece que reflejan esta concepción?
- Analiza la interacción del protagonista, Mersault, con otros personajes, en este caso con su jefe y con María. ¿Qué carencias denota de su personalidad?
- ¿Cómo describiríamos al protagonista de esta obra?
- ¿Qué te sugiere el título de la novela El extranjero?, ¿en qué se relaciona con el contenido de la misma?
- Albert Camus reflexiona en su novela sobre los valores de la sociedad, sobre el sentido de la vida, sobre la exclusión de la sociedad de las personas que no participan de esos valores…En la sociedad actual, ¿te parece que haya una carencia de valores?, ¿crees que la apatía es un rasgo generalizado (y en la juventud)?, ¿quién marca esos principios morales? (¿la familia?, ¿la sociedad?, ¿la educación?, ¿la política?), ¿a qué personas se las excluye de la sociedad?, ¿por qué?…
- Información sobre el autor:
Novelista, ensayista y dramaturgo francés, considerado uno de los escritores más importantes posteriores a 1945. Su obra, caracterizada por un estilo vigoroso y conciso, refleja la philosophie de l’absurde, la sensación de alienación y desencanto junto a la afirmación de las cualidades positivas de la dignidad y la fraternidad humana. (…)
Argelia sirve de fondo a la primera novela que publicó Camus, El extranjero (1942), y a la mayoría de sus narraciones siguientes. Esta obra y el ensayo en el que se basa, El mito de Sísifo (1942), revelan la influencia del existencialismo en su pensamiento. De las obras de teatro que desarrollan temas existencialistas, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La Peste (1947) Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia, reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. (www.epdlp.com) - ¿Qué novelistas españoles de la generación del 98 escriben obras inscritas en la corriente del existencialismo?
RENOVACIÓN DE LAS TÉCNICAS NARRATIVAS. JAMES JOYCE. ULISES
“…me gustan las flores quisiera tener la casa entera nadando en rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las montañas salvajes luego el mar y las olas precipitándose luego la hermosa campiña con campos de avena y trigo y todo género de cosas y todo el lindo ganado andando por allí que haría bien al corazón ver los ríos y los lagos y las flores y todo género de formas y olores y colores brotando hasta de las zanjas primaveras y violetas eso es la naturaleza para aquellos que dicen que no hay Dios no daría ni el blanco de una uña por toda su ciencia por qué no se ponen a crear algo le preguntaba muchas veces al ateos o como se llamen que vayan primero a lavarse sus miserias luego van pidiendo a gritos un sacerdote cuando se mueren y por qué por qué tienen miedo del infierno a causa de su mala conciencia ah sí les conozco bien quién fue la primera persona en el universo antes de que hubiera nadie el que lo hizo todo ah ellos no saben y yo tampoco así pues podrían lo mismo tratar de impedir que el sol saliera mañana el sol brilla por ti me dijo el día que estábamos tumbados entre los rododendros en el promontorio de Howth con el traje de mezclilla gris y su sombrero de paja el día que conseguí que se me declarara si primero le di un poco de la torta de semilla que tenía dentro de mi boca y era bisiesto como ahora sí hace dieciséis años Dios mío tras aquel largo beso yo casi perdí el aliento sí él decía que yo era una flor de la montaña sí eso somos flores todo el cuerpo de mujer sí esa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla hoy por ti sí por eso me gustó porque vi que comprendía o sentía como es una mujer y supe que yo podría hacer de él lo que quisiera y le di todo el placer que podía para llevarle a que me pidiera que dijese sí y yo primero no quería contestarle mirando sólo el mar y el cielo estaba pensando en tantas cosas que él no sabía de Mulvey y Mr. Stanhope y Hester y de Papá y del viejo capitán Groves y de los marinos que jugaban a pájaro al vuelo y a saltar del burro y a lavar platos como ellos lo llamaban en el malecón y el centinela frente a la casa del gobernador con esa cosa alrededor del casco blanco pobre diablo medio achicharrado y de las muchachas españolas riendo con sus mantones y sus altas peinetas y de los gritos por la mañana de los griegos judíos árabes y Dios sabe quienes más de todos los rincones de Europa y de la calle del duque y del mercado de aves todas cloqueando ante Larby Sharon y de los pobres burros resbalando medio dormidos y de los vagos tipos dormidos con su cara a la sombra de las gradas y de las grandes ruedas de los carros de bueyes del viejo castillo de hace miles de años sí y de todos aquellos hermosos moros todos de blanco y con turbante como reyes pidiéndole a una que se sentara en su tiendecita y de Ronda con las viejas ventanas de las posadas ojos mirando tras las rejas ocultos para que el enamorado bese los barrotes y de las tiendas de vinos entreabiertas por la noche y las castañuelas y de la noche que perdimos el barco de Algeciras el vigilante rondando sereno con su linterna y oh el mar el mar carmesí a veces como de fuego y las soberbias puestas de sol y las higueras de los jardines de la Alameda si todas las raras callejuelas y las casas rosa y azul y amarillo y de las rosaledas y los jazmines y los geranios y cactus y de Gibraltar cuando niña y cuando flor de montaña sí cuando puse la rosa en mis cabellos como las muchachas andaluzas la llevan y debí llevar una roja sí, y cómo él me besaba al pie de la pared morisca y me pareció bien lo mismo de él que de otro y después le pedí con los ojos para poder volverle a pedir sí y él luego me pidió si quería decir sí mi flor de montaña y primero le rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis pechos todo perfume sí y su corazón latía como alocado y sí dije si quiero Sí.”
- Este es un fragmento del monólogo final de Molly Bloom, mujer del protagonista de la novela, Leopold Bloom. Se trata de un monólogo extensísimo de alrededor de 90 páginas en el que Molly da rienda suelta a sus pensamientos, enlazando unos con otros, aparentemente sin coherencia. Analizamos esta técnica narrativa del monólogo interior, o corriente de conciencia, técnica que Joyce exprime al máximo, como medio esencial para retratar a los personajes y que marcará el inicio de la renovación narrativa del siglo XX. ¿Qué aspectos de esta técnica destacan en este fragmento? (signos de puntuación, sintaxis, reproducción del funcionamiento de la mente, interrelación de distintos planos temporales…).
- Analizamos cómo están enlazadas las distintas ideas, los distintos contenidos sobre los que reflexiona. Intentamos enumerar los temas e ideas que le pasan por la mente (flores, naturaleza, ateísmo, creación del mundo, declaración de amor, escena de amor, recuerdo de diversas personas, de diversas ciudades en la compañía de sus amantes y el sí final).
- El título de esta novela Ulises evoca un personaje esencial de la literatura clásica, ¿de quién se trata? Recordamos el argumento de la Odisea. (paralelismos: Leopold-Ulises, Dedalus- Telémaco, Molly-Penélope…)
- Ulises se sitúa en Dublín y relata lo que le acontece a su personaje principal, Leopold Bloom y a Stephen Dedalus (ambos, álter egos del autor: Leopold -Joyce viejo- y Stephen -joven-), durante un día cualquiera, el 16 de junio de 1904. Esta es la línea argumental pero en sus casi 1000 páginas hay todo tipo de contenidos: introspección psicológica, referencias literarias, culturales, juegos lingüísticos, simbologías, guiños literarios y un largo etcétera que hacen de esta obra una obra cumbre y crucial de la narrativa contemporánea y una de las obras de mayor complejidad de la literatura universal. ¿Qué es lo que hace que una obra se convierta en una obra cumbre, según tu punto de vista?, ¿Cuáles serían los criterios a tener en cuenta?, ¿Podrías citar algunos títulos de obras que estén consideradas como obras maestras de la literatura universal?
- Información del autor:
Novelista y poeta irlandés cuya agudeza psicológica e innovadoras técnicas literarias expresadas en su novela épica Ulises le convierten en uno de los escritores más importantes del siglo XX. […]
Su primer libro, Música de Cámara (1907), contiene 36 poemas de amor, muy elaborados, que reflejan la influencia de la poesía lírica isabelina y los poetas líricos ingleses de finales del siglo XIX. En su segunda obra, un libro de 15 cuentos titulado Dublineses (1914), narra episodios críticos de la infancia y la adolescencia, de la familia y la vida pública de Dublín. Estos cuentos fueron encargados para su publicación por una revista de granjeros, The Irish Homestead, pero el director decidió que la obra de Joyce no era adecuada para sus lectores. Su primera novela, Retrato del artista adolescente (1916), muy autobiográfica, recrea su juventud y vida familiar en la historia de su protagonista, Stephen Dedalus. Incapaz de conseguir un editor inglés para la novela, fue su mecenas, Harriet Shaw Weaver, directora de la revista Egoist, quien la publicó por su cuenta, imprimiéndola en Estados Unidos. En esta obra, Joyce utilizó ampliamente el monólogo interior, recurso literario que plasma todos los pensamientos, sentimientos y sensaciones de un personaje con un realismo psicológico escrupuloso. También de esta época data su obra de teatro Exiliados (1918).
Joyce alcanzó fama internacional en 1922 con la publicación de Ulises, una novela cuya idea principal se basa en la Odisea de Homero y que abarca un periodo de 24 horas en las vidas de Leopold Bloom, un judío irlandés, y de Stephen Dedalus, y cuyo clímax se produce al encontrarse ambos personajes. El tema principal de la novela gira en torno a la búsqueda simbólica de un hijo por parte de Bloom y a la conciencia emergente de Dedalus de dedicarse a la escritura. En Ulises, Joyce lleva aún más lejos la técnica del monólogo interior, como medio extraordinario para retratar a los personajes, combinándolo con el empleo del mimetismo oral y la parodia de los estilos literarios como método narrativo global. La revista estadounidense Little Review empezó en 1918 a publicar los capítulos del libro hasta que fue prohibido en 1920. Se publicó en París en 1922. Finnegans Wake (1939), su última y más compleja obra, es un intento de encarnar en la ficción una teoría cíclica de la historia. La novela está escrita en forma de una serie ininterrumpida de sueños que tienen lugar durante una noche en la vida del personaje Humphrey Chimpden Earwicker. Simbolizando a toda la humanidad, Earwicker, su familia y sus conocidos se mezclan, como los personajes oníricos, unos con otros y con diversas figuras históricas y míticas. Con Finnegans Wake, Joyce llevó su experimentación lingüística al límite, escribiendo en un lenguaje que combina el inglés con palabras procedentes de varios idiomas. (www.epdlp.com) - Recordamos las figuras de novelistas españoles y gallegos que se inscriben en esta línea de la narrativa experimental como Camilo José Cela, Luis Martín Santos, Goytisolo, Torrente Ballester, Carlos Casares, Méndez Ferrín…
Monólogo interior en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos:
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.
Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui.
No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
REALISMO MÁGICO. GARCÍA MÁRQUEZ. CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. “Las cosas tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.” José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: “Para eso no sirve.” Pero José Arcadio Buendía no creía en aquel tiempo en la honradez de los gitanos, así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados. Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo. “Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa”, replicó su marido. Durante varios meses se empeñó en demostrar el acierto de sus conjeturas. Exploró palmo a palmo la región, inclusive el fondo del río, arrastrando los dos lingotes de hierro y recitando en voz alta el conjuro de Melquíades. Lo único que logró desenterrar fue una armadura del siglo xv con todas sus partes soldadas por un cascote de óxido, cuyo interior tenía la resonancia hueca de un enorme calabazo lleno de piedras. Cuando José Arcadio Buendía y los cuatro hombres de su expedición lograron desarticular la armadura, encontraron dentro un esqueleto calcificado que llevaba colgado en el cuello un relicario de cobre con un rizo de mujer.
- Así comienza Cien años de soledad. ¿Qué es lo que más te llama la atención de este fragmento?
- Esta obra es una de las joyas literarias de todos los tiempos y una de las más representativas del realismo mágico. ¿Qué aspectos de esta corriente podemos destacar en este fragmento?, ¿en qué sentido se intercalan elementos fantásticos con la realidad, con lo cotidiano? (identificamos ejemplos en el texto).
- Aspectos narrativos: voz narrativa, espacio (Macondo), tiempo (analepsis y prolepsis –ejemplo magistral de estos recursos al inicio del fragmento-).
- Comentamos el lenguaje, los rasgos de estilo más destacados del pasaje escogido.
- Argumento de la obra: Cien años de soledad narra la historia de una familia, los Buendía, a través de un siglo: seis generaciones en las que se van repitiendo obsesivamente los nombres (cinco Arcadios, más de veinte Aurelianos) y los rasgos de carácter: una gran imaginación, un destino trágico y una gran soledad. También cuenta la historia de un pueblo, Macondo: su fundación, su desarrollo, los efectos de las guerras civiles y de la fiebre del banano y la desaparición final.
- Macondo, ¿es un pueblo real?, ¿qué simboliza? (investigamos sobre ello).
- Información del autor:
Escritor, periodista y premio Nobel colombiano. Nació en Aracataca y se formó inicialmente en el terreno del periodismo. Fue redactor de El Universal, un periódico de Cartagena de Indias durante 1946, de El Heraldo en Barranquilla entre 1948 y 1952, y de El Espectador en Bogotá a partir de 1952. Entre 1959 y 1961, trabajó para la agencia cubana de noticias, La Prensa, en su país, en la Habana y en Nueva York. Debido a sus ideas políticas izquierdistas, se enfrentó con el dictador Laureano Gómez y con su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla, y hubo de pasar las décadas de 1960 y 1970 en un exilio voluntario en México y España. Sus novelas más conocidas son Cien años de soledad (1967), que narra en tono épico la historia de una familia colombiana, y en la cual se pueden rastrear las influencias estilísticas del novelista estadounidense William Faulkner, y El otoño del patriarca (1975), en torno al poder y la corrupción políticos. Crónica de una muerte anunciada (1981) es la historia de un asesinato en una pequeña ciudad latinoamericana, mientras que El amor en los tiempos del cólera (1985) es una historia de amor que se desarrolla también en Latinoamérica. El general en su laberinto (1989), por otro lado, es una narración ficticia de los últimos días del revolucionario y hombre de estado Simón Bolívar. También es autor de varios libros de cuentos como La increíble y triste historia de Eréndira y de su abuela la desalmada (1972) o Doce cuentos peregrinos (1992). García Márquez ha despertado admiración en numerosos países occidentales por la personalísima mezcla de realidad y fantasía que lleva a cabo en sus obras narrativas, situadas siempre en Macondo, una imaginaria ciudad de su país. (www.epdlp.com)
PAUL AUSTER. BROOKLYN FOLLIES
Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al día siguiente salí de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno. No había vuelto en cincuenta y seis años, y no me acordaba de nada. Mis padres se habían ido de la ciudad cuando yo tenía tres años, pero el instinto me llevó al barrio donde habíamos vivido, arrastrándome como un perro herido al lugar donde nací. Un empleado de una agencia inmobiliaria de la zona me enseñó media docena de pisos en edificios de piedra rojiza, y a última hora de la tarde había alquilado un apartamento de dos habitaciones con jardín en la calle Uno, sólo a media manzana de Prospect Park. No tenía idea de quiénes eran mis vecinos, y no me importaba. Todos trabajaban de nueve a cinco, ninguno tenía hijos, así que en el edificio siempre habría un relativo silencio. Más que nada, eso era lo que buscaba. Un fin silencioso para mi triste y ridícula vida.
Ya se había firmado un contrato de compraventa para la casa de Bronxville, y una vez que se formalizaran las escrituras a finales de mes no habría problemas de dinero. Mi ex mujer y yo pensábamos repartirnos lo que sacáramos de la venta, y con cuatrocientos mil dólares en el banco tendría más que suficiente para mantenerme hasta que exhalara el último aliento.
Al principio, no sabía cómo ocupar el tiempo. Me había pasado treinta y un años yendo y viniendo entre los barrios residenciales y Manhattan, donde estaba la oficina de la compañía de seguros de vida y accidente Mid-Atlantic, pero ahora que ya no trabajaba, al día le sobraban horas. Más o menos una semana después de mudarme al apartamento, mi hija Rachel, ya casada, vino de Nueva Jersey para hacerme una visita. Me dijo que lo que yo necesitaba era dedicarme a algo, buscarme una ocupación provechosa. Rachel no es ninguna tonta. Es doctora en bioquímica por la Universidad de Chicago y trabaja de investigadora en una gran empresa farmacéutica de las afueras de Princeton, pero, como digna hija de su madre, raro es el día en que dice algo que no sean lugares comunes: todas esas frases manidas e ideas trilladas que saturan los vertederos del saber contemporáneo.
Le expliqué que probablemente estaría muerto antes de que acabara el año, y eso de buscar ocupaciones me importaba un carajo. Por un momento, Rachel pareció a punto de echarse a llorar, pero contuvo las lágrimas y, parpadeando, me dijo que era una persona cruel y egoísta. No era de extrañar que «mamá» hubiera acabado divorciándose de mí, añadió, no le sorprendía que hubiera sido incapaz de aguantarlo más. Estar casada con un hombre como yo debía de ser una continua tortura, un verdadero infierno. Un verdadero infierno. Qué lástima, pobre Rachel: sencillamente no puede evitarlo. Mi única hija lleva veintinueve años habitando este mundo y ni una sola vez se le ha ocurrido una observación original, algo que sea genuina y enteramente suyo.
Sí, supongo que a veces me pongo desagradable. Pero no siempre; y no por principio. En mis días buenos, soy tan amable y simpático como el que más. No se puede ser tan buen agente de seguros como yo, al menos durante treinta largos años, sin ganarse la confianza de los clientes. Hay que ser agradable. Hay que saber escuchar. Hay que persuadir a la gente. Yo poseo todas esas cualidades y algunas más. No niego que también tenga mis malos momentos, pero todo el mundo sabe los peligros que acechan tras la puerta cerrada de la vida familiar. Eso puede ser un veneno para todos los interesados, especialmente cuando se descubre que, para empezar, probablemente no se está hecho para el matrimonio. Me encantaba acostarme con Edith, pero al cabo de cuatro o cinco años la pasión pareció haber agotado su curso, y a partir de ese momento estuve lejos de ser un marido perfecto. Por lo que dice Rachel, como padre tampoco he sido gran cosa. No quisiera contrariar sus recuerdos, pero lo cierto es que a mi manera las quería a las dos, y si a veces me encontraba en los brazos de otras mujeres, nunca me tomé en serio ninguna de aquellas aventuras. El divorcio no fue idea mía. A pesar de todo, tenía intención de quedarme con Edith hasta el final. Ella fue quien quiso separarse, y, dado el alcance de mis fechorías y transgresiones a lo largo de los años, verdaderamente no podía reprochárselo. Treinta y tres años viviendo bajo el mismo techo y, cuando nos fuimos cada uno por su lado, no habíamos llegado absolutamente a nada.
Dije a Rachel que tenía los días contados, pero eso no era más que una réplica acalorada a su inoportuno consejo, pura descarga hiperbólica. El cáncer de pulmón estaba remitiendo, y según lo que el oncólogo me había dicho a raíz del último examen, había motivos para un cauteloso optimismo. Eso no quería decir que le creyera, desde luego. El susto del cáncer había sido tan grande que seguía sin confiar en la posibilidad de superarlo. Estaba seguro de que iba a morirme, y una vez que me extirparon el tumor y pasé el extenuante suplicio de la radio y la quimioterapia, después de sufrir los largos periodos de náusea y mareos, la pérdida del pelo, la pérdida de la voluntad, la pérdida del trabajo, la pérdida de mi mujer, me resultaba difícil imaginar cómo iba a salir adelante. De ahí Brooklyn. De ahí el inconsciente regreso al lugar donde había empezado mi historia. Tenía casi sesenta años, y no sabía cuánto tiempo me quedaba. A lo mejor veinte años más; quizá sólo unos meses. Cualquiera
que fuese el pronóstico médico de mi estado, lo fundamental era no dar nada por seguro. Mientras siguiera en este mundo, tenía que encontrar la manera de empezar a vivir otra vez, pero incluso si me moría pronto, debía hacer algo más que quedarme de brazos cruzados esperando el fin. Como de costumbre, mi científica hija tenía razón, aunque yo fuera demasiado terco para admitirlo. Debía buscar una ocupación. Debía ponerme las pilas y hacer algo.
Me mudé a principios de primavera, y durante las primeras semanas me entretuve explorando el barrio, dando largos paseos por el parque y plantando flores en el jardín: una pequeña porción de terreno, llena de trastos y descuidada durante años. Iba a cortarme el renaciente pelo a la barbería Park Slope, en la Séptima Avenida, alquilaba vídeos en un sitio llamado Movie Heaven, y de paso paraba muchas veces en el Brightman’s Attic, una librería de lance repleta y desordenada cuyo dueño era un extravagante homosexual llamado Harry Brightman (más sobre él dentro de poco). Casi todas las mañanas me preparaba el desayuno en el apartamento, pero como no me gustaba ni se me daba nada bien la cocina, solía ir a comer y a cenar al restaurante: siempre solo, siempre con un libro abierto delante, siempre masticando muy despacio para alargar la comida lo más posible.
- “Estaba buscando un sitio tranquilo para morir.” ¿Qué te parece este comienzo?, ¿qué denominación se le da en narratología a este tipo de comienzos?
- Analizamos la voz narrativa
- ¿Qué datos se dan del protagonista?, ¿cómo lo definirías?
- ¿Qué información nos da el narrador-protagonista de su mujer y su hija?
- Paul Auster explora en sus novelas la sociedad americana. Brooklyn Follies se desarrolla en Nueva York (Brooklyn), ¿qué aspectos se atisban en este fragmento de ese reflejo de la sociedad newyorkina?
- ¿Cuál dirías que es el tema central en este fragmento?
- Argumento:
Nathan Glass, agente de seguros jubilado, regresa a su Brooklyn natal “buscando un sitio tranquilo para morir”. Es un regreso al lugar donde transcurrió su infancia y donde ahora pretende refugiarse, decepcionado del conjunto de su vida. Instalado allí, se propone escribir lo que él llama “el libro del desvarío humano”, una colección de historias y personas que recuerda o que descubre en la calle. Poco a poco, en parte proviniendo de su pasado y en parte de su presente, va conociendo a una serie de tipos humanos que, de una u otra manera, se introducen en su vida hasta el extremo de que ésta cambia muy seriamente: de futuro cadáver pasa a convertirse en un personaje con mucho que hacer y muchas ganas de vivir. (JOSÉ MARÍA GUELBENZU 18/03/2006. El país)
- Información sobre el autor:
Novelista y poeta estadounidense. Auster nació en Newark, Nueva Jersey. Estudió en la Universidad de Columbia y después de trabajar en un petrolero durante un año se fue a vivir a Francia cuatro años. Volvió a Nueva York en 1974. Auster empezó su carrera escribiendo poesía y ensayos en las revistas New York Review of Books y Harper’s Saturday Review. En 1987 se ganó los elogios de la crítica por su libro de cuentos La trilogía de Nueva York. Después se pasó a la novela: El país de las últimas cosas se publicó en 1988, El palacio de la luna en 1989 y La música del azar en 1991, esta última llevada al cine en 1993 por el director Philip Haas. Sus novelas más recientes son Leviatán (1992) y Vértigo (1994). Su ficción se caracteriza por una desconcertante mezcla de realismo y fantasía, de lo normal y lo increíble, que sorprende al lector y confunde sus expectativas. También ha escrito una obra autobiográfica, La invención de la soledad, y un libro de poemas y ensayos, Cimientos (1990). En 1993 publicó El cuaderno rojo, y en 1994 colaboró en el guión de las películas Smoke y su continuación Blue in the face basadas en relatos suyos, con el director Wayne Wang. (www.epdlp.com)
- Información sobre el autor: