• FRANKENSTEIN. Mary Shelley

      1. El título de la novela es Frankenstein o el moderno Prometeo. Investiga sobre el mito de Prometeo y relaciónalo con la novela de M. Shelley.
      2. COMENTARIO DE TEXTO 1: Las dos partes primeras del comentario (autor, contexto, movimiento literario, etc.) son comunes para todos los fragmentos. Empezamos por aquí: época, movimiento literario-artístico (romanticismo); información de la autora y de su obra.

      3. COMENTARIO DE TEXTO 2: Analizamos los siguientes fragmentos siguiendo el planteamiento ya visto en clase (contenido, forma y crítica). La valoración crítica consta de dos partes: la primera y más general, referente a la obra en sí, a otras manifestaciones artísticas etc. se redacta una sola vez. La segunda parte se referirá específicamente a cada uno de los fragmentos y por lo tanto, serán valoraciones diferentes.

      TEXTO 1:

      ―¿Cómo podré conmoveros? ¿No conseguirán mis súplicas que miréis con piedad a esta infeliz criatura que suplica vuestra benevolencia y vuestra compasión? ¡Creedme, Frankenstein, soy bueno: mi espíritu está lleno de humanidad y amor, pero estoy solo, horriblemente solo! ¡Incluso vos, que me creasteis, me odiáis! ¿Qué puedo esperar, pues, de aquellos que no me deben nada? Me aborrecen y me acosan. Las desiertas cumbres y los glaciares han de ser mis refugios. Vago sin cesar por estos lugares y habito en las heladas cavernas; sólo allí me siento seguro. Son ésos los únicos placeres que no me niegan los humanos y bendigo los desolados parajes que son, para mí, más amables que vuestros mismos semejantes. Si toda la humanidad conociera mi existencia correrían, lo mismo que vos, a armarse para aniquilarme. ¿Acaso no es lógico que los odie, puesto que ellos me aborrecen? ¿Cómo ser bondadoso con mis enemigos? Soy desgraciado y ellos deben compartir mis sufrimientos. Sin embargo, tenéis en vuestras manos la posibilidad de hacerme feliz y librar a los hombres de una horrenda venganza que no sólo sufriríais vos y vuestra familia, sino también miles de seres que morirían en el torbellino de mi frenética matanza. ¡Permitid que la compasión nazca en vos, no me rechacéis! Oíd mi historia y, cuando lo hayáis hecho, abandonadme entonces a mi suerte o apiadaos de mí.»

      TEXTO 2:

      Está muy restablecido de su enfermedad, y pasea continuamente por la cubierta, vigilando la aparición del trineo que precedió al suyo. Sin embargo, aunque apenado, no está tan sumido en su propia desgracia como para no interesarse profundamente por los quehaceres de los demás. Me ha hecho muchas preguntas respecto a mis propósitos y yo le he contado mi pequeña historia con toda sinceridad. Pareció alegrarle mi franqueza, y me sugirió varios cambios en mis planes, que encontraré sumamente útiles. No hay pedantería en su ademán, sino que más bien todo lo que hace parece brotar tan sólo del interés que instintivamente siente por el bienestar de todos los que lo rodean. A menudo le invade la tristeza y entonces se sienta sólo e intenta superar todo lo que de hosco y antisocial hay en su humor. Estos paroxismos pasan, como una nube por delante del sol, si bien su abatimiento nunca le abandona. Me he esforzado por granjearme su confianza y espero haber tenido éxito. Un día le mencioné mi eterno deseo de encontrar un amigo que pudiera simpatizar conmigo y orientarme con su consejo. Le dije que no pertenecía a la clase de hombres a quienes un consejo puede ofender.
      ––Soy autodidacta, y quizá no confíe demasiado en mi propia capacidad. Por tanto, desearía que mi amigo fuera más sabio y avezado que yo, para afianzarme y apoyarme en él. Tampoco creo que sea imposible encontrar un verdadero amigo.
      ––Estoy de acuerdo con usted contestó el extranjero–– en que la amistad es algo no sólo deseable, sino posible. Tuve una vez un amigo, el más noble de los seres humanos, y por tanto estoy capacitado para juzgar con respecto a la amistad. Tiene usted esperanzas y el mundo ante usted es suyo, y no tiene razón para desesperar. Mas yo…, yo he perdido todo y no puedo empezar la vida de nuevo.
      Al decir esto, su rostro cobró una expresión de sereno y resignado dolor que me llegó al corazón. Pero él permaneció en silencio, y al poco se retiró a su camarote.
      Incluso desfondado como está, nadie puede gozar con mayor intensidad que él de la hermosura de la naturaleza. El cielo estrellado, el mar y todo el paisaje que estas maravillosas regiones nos proporcionan parecen tener aún el poder de despegar su alma de la tierra. Un hombre así tiene una doble existencia: puede padecer desgracias, y verse arrollado por el desencanto; pero, cuando se encierre en sí mismo, será como un espíritu celeste rodeado de un halo cuyo círculo no ose atravesar ni el pesar ni la locura.

      TEXTO 3:

      Estas maravillosas narraciones me llenaban de extraños senti¬mientos. ¿Sería en verdad el hombre un ser tan poderoso, virtuoso, magnífico y a la vez tan lleno de bajeza y maldad? Unas veces se mostraba como un vástago del mal; otras, como todo lo que de noble y divino se puede concebir. El ser un gran hombre lleno de virtudes parecía el mayor honor que pudiera recaer sobre un ser humano, mientras que el ser infame y malvado, como tantos en la historia, la mayor denigración, una condición más rastrera que la del ciego topo o inofensivo gusano. Durante mucho tiempo no podía comprender cómo un hombre podía asesinar a sus semejan-tes, ni entendía siquiera la necesidad de leyes o gobiernos; pero cuando supe más detalles sobre crímenes y maldades, dejé de asombrarme, y sentí asco y disgusto.
      Ahora, cada conversación de mis vecinos me descubría nuevas maravillas. Fue escuchando las instrucciones que Félix le daba a la joven árabe como aprendí el extraño sistema de la sociedad humana. Supe del reparto de riquezas, de inmensas fortunas y tremendas miserias; de la existencia del rango, el linaje y la nobleza.
      Las palabras me indujeron a reflexionar sobre mí mismo. Aprendí que las virtudes más apreciadas por mis semejantes eran el rancio abolengo acompañado de riquezas. El hombre que poseía sólo una de estas cualidades podía ser respetado; pero si carecía de ambas se le consideraba, salvo raras excepciones, como a un vagabundo, un esclavo destinado a malgastar sus fuerzas en provecho de los pocos elegidos. ¿Y qué era yo? Ignoraba todo respecto de mi creación y creador, pero sabía que no poseía ni dinero ni amigos ni propiedad alguna; y, por el contrario, estaba dotado de una figura horriblemente deformada y repulsiva; ni siquiera mi naturaleza era como la de los otros hombres. Era más ágil, y podía subsistir a base de una dieta más tosca; soportaba mejor el frío y el calor; mi estatura era muy superior a la suya. Cuando miraba a mi alrededor, ni veía ni oía hablar de nadie que se pareciese a mí. ¿Era, pues, yo verdaderamente un monstruo, una mancha sobre la Tierra, de la que todos huían y a la que todos rechazaban?
      No puedo describir la angustia que estos pensamientos me causaban. Intentaba desecharlos, pero la tristeza me aumentaba a medida que me iba instruyendo. ¡Por qué no me habría quedado en mi bosque, donde ni conocía ni experimentaba otras sensaciones que las del hambre, la sed y el calor!
      ¡Qué extraña naturaleza la del saber! Se aferra a la mente, de la cual ha tomado posesión, como el liquen a la roca.

      TEXTO 4:

      Has viajado; has pasado varios años de tu vida en Ingolstadt. Te confieso, amigo mío, que cuando te vi tan apenado el otoño pasado, en busca siempre de la soledad y rehuyendo la compañía de todos, no pude por menos de suponer que quizá lamentaras nuestra relación y te creyeras obligado por el honor a cumplir los deseos de tus padres, aunque se opusieran á tus inclinaciones. Pero es éste un razonamiento falso. Confieso, primo mío, que te quiero, y que en mis etéreos sueños de futuro tú siempre has sido mi constante amigo y compañero. Pero es tu felicidad la que deseo tanto como la mía, cuando te digo que nuestro matrimonio me haría desgraciada para siempre si no respondiera a tu propia elección. Lloro de pensar que, abrumado como te encuentras por tus cruelísimas desdichas, ahogaras, debido a tu idea del honor, toda esperanza de amor y felicidad que son lo único que puede hacer que te repongas. Quizá sea precisamente yo, que te amo tanto, la que esté incrementando mil veces tus sufrimientos, al ser obstáculo para la realización de tus deseos. Víctor, ten la seguridad de que tu prima y compañera de juegos te quiere con demasiada sinceridad como para que esta posibilidad no la entristezca. Sé feliz, amigo mío; y si acatas ésta mi única petición, ten la seguridad de que nada en el mundo perturbará mi tranqui¬lidad.
      No dejes que esta carta te preocupe; no contestes ni mañana ni pasado, ni siquiera antes de tu vuelta si ello te va a resultar doloroso. Mi tío me informará de tu salud; y si al encontrarnos veo en tus labios una sonrisa, que se deba a mi actual esfuerzo, no pediré mayor recompensa.

      4. Análisis del espacio (la naturaleza, el paisaje, el romanticismo…)

      5. Análisis de los personajes femeninos.

      6. Temas: ¿cuáles son los temas que se abordan en esta novela?. Enúncialos y coméntalos, reflejando con ejemplos tus explicaciones.

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